Un refugio para la mujer

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    A los tres meses de embarazo se enteró que esperaba un bebé. Faltaban 9 días para que cumpla 18 años. Llevaba poco menos de un año de relación con un hombre que estaba muy lejos de poder ser padre de una criatura. La maltrataba física y psicológicamente. Ella soportaba. Pensaba -en ese entonces- que eso solo la haría más fuerte. Más fuerte para poder tener a su hija y criarla.

    Ocultó su embarazo hasta los siete meses. Siguió con su pareja hasta después de dar a luz. Él siguió golpeándola, humillándola. Ella solo le suplicaba que no le hiciera nada a su hija. Le pedía que no la tocara, que “la bebé no tenía la culpa de esto”, recuerda haberlo dicho. Así pasaron los meses hasta que un día, él -completamente alcoholizado- la amenazó con abusar de su hija. No recuerda cómo pudo pelear contra él -quien llevaba dos cabezas-, pero llegó a escapar. Ensangrentada, con su pequeña hija en brazos, pudo correr lo suficiente para llegar a un hospital cerca a su casa en San Juan de Lurigancho. Allí, pidió ayuda. Antes de irse, la doctora que la atendió se acercó y le entregó un papel. “Por si no quieres regresar a tu casa”, le dijo entregándole un papelito en la mano. “Hogar Gladys: Jirón Rivera y Dávalos. El Agustino”, aún recuerda lo que llevaba escrito.

    Así fue como llegó al Hogar Gladys. Esta es una historia real. Ella es real y su hijita de 2 años también lo es. Por motivos de seguridad, no puedo publicar su nombre. Pero tuve la suerte de conocerla el sábado 02 de diciembre que visitamos el albergue con todo el equipo de Cinnamon Style. Dentro de las actividades que habíamos planeado -clases de cocina saludable, juegos, sorteos, etc.- nos dimos también un tiempito para conocer a las chicas que actualmente se hospedan en el Hogar. Nos sentamos todas -eran alrededor de 8 mamis- en una mesa y el plan fue el siguiente: hablar. Intenté hacer una dinámica como para que se soltaran, sin embargo me sorprendió la soltura con la que comenzaron a hablar. Nos contamos muchas cosas. Nos reímos, nos indignamos, nos angustiamos. Y todo lo hicimos juntas en tan solo media horita. No terminaban de contar sus historias y yo ya admiraba a cada una de ellas. Por estar ahí sentadas -a mi lado- después de todas las tragedias por las que tuvieron que pasar, muchas de ellas solas. No se les cortaba la voz, ni derramaron una lágrima. Cada palabra que salía de sus bocas la decían con firmeza, como si de ello dependiera el destino de sus propias vidas.

    Estas son algunas fotitos de la clase de cocina a cargo de Solange Martínez (de Armónica Café).

     

    El Hogar Gladys no recibe financiamiento de ninguna entidad privada ni pública, de manera que se sostiene únicamente a través de donaciones y ayuda voluntaria.

    Quienes deseen asistir un día al albergue o puedan ayudar con donaciones de ropa, víveres, medicina, artículos de limpieza, etc. pueden llamar a Dolly Espinal: 945743075 o Toya Delucchi: 999340470.

    Hogar Gladys

    La asociación sin fines de lucro acoge a mujeres embarazadas y/o con hijos que han sido violentadas o abandonadas por sus parejas o familiares. El hogar fue fundado el 14 de Julio del 2003 por el Padre Luciano Cicciarelli. Tomando el nombre de la señora Gladys Pezzutti de Teullet, una mujer laica que dedicó su vida al servicio de Dios.

    Desde ese día, la Asociación Gladys Pezzutti ha abierto este tipo de albergues gratuitos transitorios en las ciudades de Jaén, Arequipa, Ayacucho, Piura, Chiclayo y Lima, siendo ésta última la más grande que acoge a un promedio de entre 15 a 30 mamás.

    En el hogar, ubicado en el distrito de El Agustino, se les ofrece alojamiento, alimentación y necesidades inmediatas. Asimismo, existen espacios acondicionados para dictar talleres como cosmetología, cocina, cerámica y costura. Estos los brindan los mismos voluntarios.

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    Con una tendencia innata al constante aburrimiento, siempre fui propensa a buscar el cambio con el movimiento como estandarte. Así, me llené de viajes. Creo en los orgasmos cerebrales provocados por el sonido del despegue de un avión o el que produce las llantas de un auto al arrancar. Me enamoro de los lugares que visito, tanto que a veces me cuesta compartirlos.