Las últimas semanas han sido una sucesión de jornadas de voluntariado, de empacar, de cargar, de recolectar, de seleccionar ropa, de construir y de remover escombros. Fue casi como una postura automática ante tanta desgracia, tanta tristeza y tanto dolor. Pero en medio de todo, muchas amistades, sonrisas y momentos especiales fueron creados y estoy seguro que quedarán conmigo por mucho tiempo. Y es en medio de todos estos granitos de arena que uno realmente destacó, la construcción de casitas para perritos damnificados junto al Grupo Caridad fue especialmente especial. Solo para darnos un baño de buenas vibras y reconfortarnos con nuestra propia labor humanitaria, voy a dejar una serie de fotografías que capturé el fin de semana pasado.
Busquen la forma, no hay mejor sentimiento que dedicar un día a alguien que realmente lo necesita. ¡Y los de cuatro patas tienen una manera muy peculiar de agradecerlo!